¿El inevitable?


7 de agosto, 2017
Denise Dresser

Andrés Manuel López Obrador, el inevitable. El elegido. El que le toca el turno. El que merece la oportunidad. El que responde a las expectativas de los hastiados con el panismo ineficaz y el priismo corrupto.

Ha llegado la hora del Peje dicen las encuestas, al menos una tercera parte de la opinión pública, inversionistas que ya piensan cómo lidiar con la impredecibilidad de su Presidencia. AMLO ayudado por la victoria de Donald Trump y la satanización de un país que el tabasqueño defiende envuelto en la bandera nacional. AMLO impulsado por los ánimos nacionalistas que resucita ante una globalización cuestionada. AMLO potenciado por su defensa del petróleo ante una reforma petrolera exitosa pero quizás solo para los mismos de siempre. Ante el bully estadounidense resurge el mesías tropical; ante reformas estructurales viciadas resurge la prédica nacionalista y populista; ante la corrupción extendida resurge el adalid de la austeridad. Para unos, lobo en piel de cordero. Para otros, la salvación.

Retratado escrupulosamente en el libro editado por Jorge Zepeda Patterson, Los Suspirantes, vía un perfil que ayuda a desentrañar el fenómeno político y social que pretende modificar el rumbo de México. El niño de Macuspana que creció en un ambiente bucólico y paradisiaco, nadando, pescando. El adolescente que vio morir a su hermano en un accidente. El estudiante de la UNAM y el delegado del Instituto Nacional Indigenista. El que desde joven mostró una clara fascinación por los actos públicos de pueblo en pueblo. El priista reconvertido en perredista y luego en morenista. El activista, organizador social, esposo, padre, viudo, auténticamente frugal. El político a veces sagaz, a veces torpe, a menudo obcecado, siempre aguerrido. Siempre peleando, siempre creyéndose poseedor de una moralidad superior. Siempre enarbolando tesis nacionalistas y banderas populistas. Siempre febril e hiperactivo. Tomando decisiones sin explicar, rijoso para discutir, inflexible con sus propuestas, poco sensible a las ideas de otros. Y sin embargo, puntero.

¿Qué podría parar al inevitable? ¿Qué podría descarrilar al tren imparable? Sus propios errores, su arrogancia, su propensión histórica a la radicalización cuando se siente atacado, su descuido a los votantes moderados, su desprecio por “los pequeño-burgueses”, su capacidad para ignorar el comportamiento delictivo de miembros de su propio equipo. O la consolidación de un frente amplio con un candidato independiente creíble. O que Margarita Zavala lograra construir un polo PAN-PRI cuyo único fin fuera frenar al Peje. La elección del 2018 va a ser un referéndum: AMLO sí o AMLO no. Hoy cuenta con un voto duro y leal de casi un tercio de los votantes, pero con eso no le alcanza para ganar.

Un candidato progresista pero selectivamente; con una visión del mundo y unos códigos personales “más cerca de sus antecedentes campiranos que de las agendas de la nueva izquierda urbana”. Lejos de la izquierda civilista y democrática que no se siente representada por él y desconfía de sus tintes populistas. Lejos de políticas públicas que busquen el rescate o la maduración de instituciones democráticas. Lejos de las luchas cívicas que han marcado los últimos años como la Ley 3de3, la construcción del Sistema Nacional Anticorrupción, el establecimiento de una Fiscalía General independiente del poder político, el cuestionamiento a una Ley de Seguridad Interior que perpetuaría al Ejército en las calles sin controles democráticos.

Y a la vez demasiado cerca de personajes y prácticas que alguna vez cuestionó: oligarcas y empresarios rentistas y televisos y ex priistas recién morenizados. Antes despreciados, hoy amados; antes satanizados, hoy perdonados. La República amorosa ahora poblada por miembros de la mafia en el poder. Sólo que han sido purificados para participar en un proyecto construido sobre una decena de ideas básicas, algunas aplaudibles, otras cuestionables; algunas viables, otras pueriles. “El pueblo”. La injusticia social. La austeridad, la perversidad de los poderosos. El Estado benefactor. La honradez personal. El nacionalismo. Ni más, ni menos.

AMLO amado y a la vez tan limitado. AMLO fascinate y a la vez terrible. Con el nivel más alto de intención de voto y el nivel más alto de reprobación. El inevitable que podría mejorar a México o regresarlo a lo peor de su pasado.