¿Ganó Slim?


21 de agosto, 2017
Denise Dresser

Pocas cosas tan incómodas en la vida como estar de acuerdo con algo que beneficie a Carlos Slim. Pocas cosas tan desconcertantes como aplaudir decisiones que podrían beneficiarlo.

Ahí sigue “El Ingeniero” exprimiendo donde puede, extrayendo cuando se le permite, cobrando de más cada vez que las reglas le permiten jugar tramposamente. Y sin embargo, por pura coherencia habrá que celebrar lo que la Suprema Corte de Justicia, en una decisión unánime acaba de votar y en su favor.

Vía un proyecto del ministro Laynez que yo inicialmente critiqué, la Corte amparó a Telcel en el tema de la tarifa de interconexión vis a vis sus competidores. Con ello desató la furia de quienes han peleado por la competencia y por los consumidores desde hace décadas porque parecería que Slim ganó la partida. Parecería que el monopolista “Made in Mexico” nuevamente logró poner a las instituciones a trabajar en su nombre.

Pero el tema es más complejo y con implicaciones más profundas. Aunque Slim se vanaglorie de un triunfo aparente, el verdadero ganador aquí fue el estado de Derecho. La Constitución. El espíritu fundacional detrás de la reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones. El esfuerzo que se ha dado en años recientes por construir instituciones autónomas y reguladores fuertes.

Porque cuando la Corte decidió que Telcel tenía razón en rechazar la “tarifa cero” por el uso de su red a través de competidores como AT&T y Telefónica, el argumento fue por las razones correctas. La Corte no le guiñó a Slim; le dio un espaldarazo al Instituto Federal de Telecomunicaciones. El Máximo Tribunal no empoderó al oligarca, sino a la institución que debería contar con el poder para regularlo eficazmente.

Y ese poder se lo había apropiado de manera equivocada el Congreso, imponiendo de manera arbitraria la “tarifa cero” por razones políticas. Por presión social contra Telmex y Telcel. Por el ánimo justiciero entendible ante la rapacidad de décadas. Por el Pacto por México que proponía combatir los monopolios, pero acabó haciéndolo selectivamente, al regular con más fuerza a Carlos Slim que a Emilio Azcárraga.

Nadie duda que era necesario construir límites para impedir la expansión de Slimlandia, pero el problema fue cómo se hizo y quién lo hizo. El Congreso sin capacidad técnica o metodología transparente, invadiendo el territorio del recién creado órgano regulador, robándole atribuciones al Ifetel, sancionando a Telmex, premiando a Televisa. Sentando con ello precedentes perversos para el abuso regulatorio, para la discrecionalidad legislativa, para el ataque a algunos monstruos monopólicos y no para otros. Por eso la Suprema Corte le enmendó la plana al Congreso y no con el objetivo de darle un respiro a Carlos Slim. La decisión coloca la capacidad de determinar tarifas y regular de manera asimétrica donde debe estar: no en manos de políticos y sí en manos de técnicos.

Lo que hizo la Corte fue fortalecer a la autoridad competente. Darle la capacidad al Ifetel de determinar con criterios técnicos y modelos de costos cuánto deben pagar los competidores de Telmex por usar su red. Reforzar el papel de un órgano creado para fomentar la competencia y proteger a los consumidores al margen de batallas políticas. Obligar al regulador a aplicar un rasero claro e inteligible para fomentar la competencia y contener a quienes han querido obstaculizarla. Ahora le toca al Ifetel demostrar que está a la altura del reto y no al servicio de Carlos Slim. Ahora le corresponde anunciar tarifas asimétricas basadas en modelos de costos cuyo fin último sea promover la competencia, trátese de quien se trate. Con fuerza y no con tibieza, con autonomía y no con doblegamiento. En los próximos meses el Ifetel tendrá que demostrar su independencia tanto de televisos como de telmexistas.

Quizás Carlos Slim en este momento se frota las manos y celebra su victoria. Pero si un Ifetel respaldado por la decisión de la Suprema Corte reacciona como debería, la verdadera ganancia será para los ciudadanos. La verdadera victoria sera para los órganos autónomos. El triunfo real podrá ser celebrado por usted, por mí y por los que han visto descender las tarifas, como un primer paso de los muchos que faltan para que México deje der ser un país exprimido por Slim y tantos más. Quizás él piensa que ganó una batalla. Pero nosotros -los consumidores- seguiremos librando la guerra.