TNT


10 de julio, 2017
Denise Dresser

Explosiones, detonaciones, misiles, bombas molotov por todas partes. Cada semana, la clase política intenta dinamitar el Sistema Nacional Anticorrupción. Cada día los corruptos buscan tumbar el edificio ciudadano que se ha ido construyendo, poco a poco, ladrillo encima de ladrillo.

El esfuerzo empezó con la Ley3de3, continuó con el diseño de instituciones como la Fiscalía Anticorrupción, prosiguió con la designación de un Comité de Participación Ciudadana y la constitución de un Comité Coordinador, y sigue en construcción, a la espera de nombramientos pendientes y procesos por venir. El objetivo fue y sigue siendo armar un andamiaje que permita identificar, prevenir, castigar lo que en México ha sido una forma de vida. El pillaje patrimonialista, el saqueo sexenal, el conflicto de interés que nunca es conflicto, casos como la Casa Blanca y OHL y Odebrecht y los Panama Papers. La intención fue y sigue siendo lograr que el corrupto en México lo pierda todo.

Y precisamente por ello, quienes podrían perderlo todo han reaccionado con tanta violencia y con tanta virulencia en los últimos tiempos. Pablo Escudero, senador del detestable Partido Verde, cuestionando la transparencia en la designación del Comité de Participación Ciudadana. El Universal, periódico que se ha vuelto panfleto del poder, lanzando acusaciones falsas para desacreditar a sus miembros, incluyendo editorialistas de sus propias planas. Arely Gómez, entre otros funcionarios que se pliegan a lo que les pidan, rechazando el exhorto para investigar el espionaje gubernamental a periodistas, porque “no constituye un acto de corrupción”. El Senado, recinto donde se vota a modo, designando a jueces anticorrupción que no tienen la experiencia para llevar a cabo la tarea que les toca. El procurador Raúl Cervantes, fiscal carnal, cabildeando con todo el que se deje para asegurar un puesto transexenal y que nunca surja una fiscalía independiente que sirva.

Tubo de dinamita tras tubo de dinamita. De lo que se trata es de destruir, derrumbar, acabar con lo que dignos miembros de la sociedad civil están tratando de edificar. De lo que se trata es de desacreditar a personas y a procedimientos que tendrían la capacidad de combatir la corrupción que todo lo corroe.

En el Senado, y en la PGR, y en la Presidencia y en el Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción conformado por miembros del gobierno, están ocupados mezclando compuestos químicos para generar materiales explosivos. Quieren destruir políticamente a quienes los van a vigilar; quieren incinerar públicamente a quienes los van a investigar.

Sólo así se explica que el Senado arroje materiales inflamables a procesos de designación pulcros de ciudadanos irreprochables. Sólo así se entiende que desde distintos ámbitos gubernamentales y periodísticos se lancen bombas repletas de clavos, cuya intención es hacer el mayor daño posible. ¿Con qué legitimidad puede el senador Pablo Escudero criticar procesos de selección limpios, cuando él tiene las manos sucias y el PVEM también? ¿Con qué credibilidad puede El Universal cuestionar sistemas que combaten la corrupción cuando se ha beneficiado de ella? Avientan explosivos mientras habitan casas de cristal.

Un terrorismo de Estado desplegado de manera activa y concertada busca que el SNA se convierta en una pila de escombros, debajo de los cuales acabe el Comité de Participación Ciudadana. Busca que caigan vigas sobre la posibilidad de un Fiscal Anticorrupción autónomo. Busca que quienes intentan erigir vallas de contención a la corrupción terminen aplastados, muertos, bajo una pila de piedras.

Y cada uno de los participantes en esta tarea de destrucción se ha ganado un epíteto bien merecido, puesto por María Elena Morera: traidores. Pablo Escudero, traidor a la patria. El Universal, traidor a la patria. Cada miembro del Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción que desechó el exhorto para investigar el espionaje gubernamental, traidor a la patria. Ellos, caminando con cartuchos y detonadores en mano, lanzándolos cada vez que sienten que el SNA podría funcionar. Va la granada, va la bomba. Ese TNT que contamina, que produce daños ambientales, que tiene efectos carcinogénicos. Ese TNT empleado por los corruptos a quienes no les importa dinamitar al país, con tal de seguirlo gobernando.