Sanguijuelas


27 de mayo, 2019
Denise Dresser

¿Estaría usted dispuesto a sacrificar la vida de su madre enferma de cáncer de mama para aumentar la producción de petróleo? ¿Estaría usted dispuesto a poner en jaque la vida de su hijo que padece VIH-SIDA para construir la refinería de Dos Bocas? ¿Estaría usted dispuesto a tronar al IMSS y quedarse sin pensión para hacer posible el Tren Maya?

Estas preguntas no son hipotéticas o alarmistas o alejadas de la realidad que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está creando. El afán de recortar para supuestamente combatir la corrupción, evitar el despilfarro y canalizar los recursos liberados a los proyectos preferidos del Presidente está desangrando al país. Como en tiempos medievales, AMLO y sus operadores en Hacienda están colocándole sanguijuelas a ese cuerpo enfermo que es México, pensando que así lo curarán. Pero no están reviviendo al paciente; están agravando su padecimiento.

Padecimiento heredado del gobierno peñanietista, con un IMSS en el nivel más bajo de su historia en cuanto a camas disponibles por cada 1,000 habitantes; con rezagos de infraestructura hospitalaria por falta de inversión pública; con estados como Chiapas, Tabasco y Veracruz cuyos centros médicos fueron saqueados por depredadores gubernamentales. El dogmatismo ideológico, la corrupción extendida y recorte tras recorte dejaron un sector salud herido. La tragedia es que la 4T no restaña y no cura; prefiere desangrar y amputar. Si Peña Nieto podó por "neoliberal", AMLO poda por "austero". Pero es una austeridad mal entendida, mal instrumentada y con consecuencias letales. Desabastos previsibles de medicinas y vacunas, hospitales con carencias crecientes, institutos especializados -como Cancerología- obligados a rogar para que les restituyan lo recortado, propuestas para comprar medicinas de baja calidad en India y China con tal de sortear el desabasto, en violación de patentes y la normatividad de la Cofepris, oficios prefechados para tapar la incompetencia de no haber licitado a tiempo, renuncias presentadas y renuncias escondidas. La carta de Germán Martínez anunciando su salida del IMSS es como un diagnóstico del médico de cabecera, alertando a la familia que si no hay una intervención a tiempo, el moribundo fallecerá.

Por la orden de reducir costos, pero no de mejorar servicios. La instrucción de ahorrar, pero no de componer. La directriz de arrebatar recursos al IMSS para enviarlos a Pemex. El objetivo de jinetear dinero de los derechohabientes para entregárselo a Hacienda. Lo que usted y yo hemos ahorrado trabajando toda una vida y cotizando en el IMSS, puesto a disposición personal del Presidente. Raquel Buenrostro, la Oficial Mayor de la SHCP, le ha asegurado a AMLO lo que exige: memorándums y reorganizaciones y recortes y desvíos con la más absoluta discrecionalidad. Y ya podemos ver los primeros resultados, como los describe Leonardo Núñez en el artículo "Todos ponen. Hacienda toma todo" publicado en Nexos. Hacienda redirecciona los recursos como quiere, donde quiere, abriendo la llave a sectores que le importan a López Obrador -como producción de petróleo, gas y petrolíferos- y cerrándola a sectores que no le preocupan como la salud. Hace esto sin autorización del Congreso, sin preguntarle a nadie, usando el presupuesto para darle transfusiones a unos mientras desangra a otros.

Mientras los 60 millones de mexicanos que mantienen al IMSS no saben qué ocurre; mientras los empresarios callan ante la malversación de sus recursos; mientras la 4T sustituye una forma de corrupción por otra. Y quizás al Presidente lo mantienen malinformado o sólo le dicen lo que quiere oír. Pero los datos no mienten; las cifras hablan por sí solas. El presupuesto de la función "Salud" del gobierno enfrenta en este año una reducción presupuestal de 2 mil 125 millones de pesos y un subejercicio de 12 mil millones de pesos. Y si a eso se añaden los nuevos recortes al IMSS como resultado del último memorándum presidencial, el panorama pinta aún peor. El sector salud se volverá crecientemente inoperante, el IMSS colapsará, y el Estado mexicano perderá la capacidad institucional para cumplir con sus responsabilidades básicas. Esto no es progresista; esto es irresponsable. Esto no es izquierdista; es inmoral. Esto no es poner primero a los pobres; es usar sanguijuelas para succionar porque no se está pensando correctamente en cómo sanar.