Secuestrados


23 de septiembre, 2019
Denise Dresser

Penoso ver a prominentes líderes de la "Cuarta Transformación" vitorear la nueva reforma educativa, cuando tantos de ellos envían a sus hijos a escuelas privadas. Lastimoso escuchar a importantes morenistas celebrar el renovado control sindical sobre las aulas públicas, cuando sus niños nunca han estudiado ni estudiarán ahí.

Aplauden el supuesto rescate del sistema educativo del cual ellos mismos desconfían porque saben que no provee movilidad social, ni educación de calidad, ni maneras de entender o relacionarse con el mundo. Las élites de la 4T acaban siendo tan fariseas como las élites peñanietistas que reemplazaron; hablan de una manera pero viven de otra. Censuran lo que practican y practican lo que censuran. Los lopezobradoristas avalan una contrarreforma educativa que no afectará a sus niños parapetados en institutos privados, mientras se desentienden de los millones en escuelas públicas, raptados.

Secuestrados por la CNTE y el binomio SEP/SNTE y un sistema educativo indefendible. Raptados por una historia de progresivo deterioro, inclusión tardía, reprobación y deserción. Una catástrofe conocida que ha producido generaciones heridas. Hoy más de la mitad de los jóvenes mexicanos están por completo fuera de la escuela. Seis de cada diez alumnos no concluyen secundaria con conocimientos básicos de matemáticas. Cuatro de cada diez tampoco los obtienen en español. Millones de mexicanos maleducados, y por eso, marginados.

Sin duda la "mal llamada reforma educativa" del 2013 tenía defectos de diseño y de instrumentación. Fue aplicada con arrogancia y percibida como punitiva; fue impuesta desde arriba y no consensuada desde abajo; fue interpretada como una campaña de odio contra los maestros y no como un vehículo para revalorarlos. El peñanietismo gastó más en publicitar la reforma que en remodelar las escuelas. Satanizó a los maestros para imponer la evaluación sin socializarlos sobre sus méritos. Pero su espíritu fundacional era el correcto: urgía empujar al magisterio a actuar y a pactar de otra manera, con otros incentivos y mejores resultados. Era imperativo rechazar la resignación ante escuelas pobres para pobres, canalizadoras de ciudadanos de segunda. Había que convertir al maestro en un profesional digno, y que dejara de ser un peón de apoyos políticos. Lamentablemente, después de Nochixtlán, la reforma quedó atrapada entre el maximalismo intransigente de la CNTE y la imposición torpe de la SEP. Y AMLO, en lugar de corregir y mejorar, optó por suspender y sepultar.

De golpe, la 4T nos regresa a ese lugar de donde queremos y debemos salir para crecer y competir. A ese país atávico donde, en la escuela pública, se aprende poco de ciencia pero se aprende mucho de simulación; se aprende poco de álgebra pero se aprende mucho de cumplimientos mediocres, negociaciones injustas y beneficios inconstitucionales. A ese añejo pacto político basado en la anuencia sindical a cambio de la dádiva gubernamental; construido sobre la subordinación corporativa y no sobre la evaluación o el desempeño o la profesionalización. A ese arreglo primigenio basado en el "derecho adquirido" de vender, heredar o intercambiar una plaza de maestro por favores sexuales. Otra vez, el nuevo gobierno retorna a la vieja práctica de concebir a la educación pública como una estrategia de pacificación, más que como un vehículo de empoderamiento. De usar a los maestros para ganar elecciones en vez de educar niños. De apostarle al petróleo y al gas en vez de apostarle a la gente, al capital humano, a aquello que es genuinamente renovable, multiplicador y transformador.

Lástima que el lopezobradorismo haya usado su gran legitimidad y su mayoría legislativa para condenar a los niños de México a la mediocridad permanente. Lástima que siga apuntalando un modelo político y económico que privilegia el mantenimiento del corporativismo por encima del crecimiento económico; que premia clientelas en vez de educar ciudadanos; que promueve la sumisión en vez de la educación; que permite el cautiverio sindical a costa de la autonomía magisterial. Sobre todo cuando las filas de Morena están llenas de hipócritas que "hablan como ángeles pero viven como hombres", en palabras de Samuel Johnson. Lopezobradoristas que mantienen a sus hijos en escuelas privadas, mientras permiten que los hijos de otros languidezcan en escuelas públicas, secuestrados.