☐ El líder asegura que representa la voz del "pueblo", emprende una cruzada contra quienes determina que no forman parte de él, y pinta a críticos u opositores como corruptos, golpistas, subversivos, antipatrióticos, o instrumentos de intereses extranjeros. Proclama que sus rivales representan una amenaza existencial a la "seguridad nacional". Utiliza la narrativa de "ellos" contra "nosotros" en un amplio rango de temas, y vende a los competidores como enemigos y traidores. Explota agravios sociales legítimos para acentuar divisiones y polarizaciones preexistentes.
☐ El líder agranda la discrecionalidad del Poder Ejecutivo y asume control de la burocracia, el Ejército y el aparato de seguridad. Se arroga oportunidades para influenciar a los medios y a la economía. Se monta sobre o crea redes de empresas del Estado unidas a amigos/aliados/oligopolios en el sector privado que se vuelven vehículos para el patronazgo y la corrupción. El capitalismo de cuates se convierte en un componente central del control gubernamental, y el Estado mafioso se expande.
☐ El líder que llega al poder a través de elecciones democráticas ataca -desde adentro- a instituciones y normas, con el apoyo de alguna porción del electorado. Eso exacerba la disfuncionalidad del Estado, y aumenta la insatisfacción con el andamiaje institucional. La falta en la confianza en las instituciones se vuelve la justificación para la radicalización de las políticas públicas, y la captura del gobierno por sus facciones más extremistas.
☐ El líder logra la cooperación o el doblegamiento del Poder Legislativo, mediante la condescendencia del partido gobernante y sus aliados, que abdican a su papel de vigilancia y contrapeso. El Ejecutivo coloca trabas crecientes a la transparencia y la rendición de cuentas. Cada vez es más fácil desplegar recursos públicos para perseguir a enemigos políticos. Decretos, memorándums y órdenes van suplantando acuerdos y consensos legislativos.
☐ El líder rechaza o demuestra un bajo compromiso con las reglas democráticas del juego. Rechaza o viola la Constitución, utiliza métodos extraconstitucionales para otorgarle poderes a las Fuerzas Armadas y cuestiona la legitimidad de las autoridades electorales. Le importa más ganar que mantener el orden constitucional, incluyendo la integridad electoral, y por ello empuja reformas para asegurar la mayoría o la sobrerrepresentación de su partido. Con frecuencia recurre a ejercicios de democracia plebiscitaria para saltarse las normas acordadas.
☐ El líder promueve leyes que debilitan a la sociedad civil, y toma acciones punitivas contra críticos en partidos rivales, la comunidad científica y educativa, el movimiento feminista y ambientalista, o los medios, a los que intimida. El líder tiene lazos con grupos armados, fuerzas paramilitares u otras organizaciones que promueven la violencia ilegal. Tácitamente endosa la violencia de seguidores contra opositores de su gobierno y alaba a otros gobiernos que toman medidas represivas.
☐ El líder se aboca a destruir, debilitar o estrangular presupuestalmente a las instituciones de "rendición de cuentas horizontal" en el Poder Judicial, el Poder Legislativo, y las agencias nominalmente independientes como los bancos centrales, que -en ocasiones- se vuelven cómplices de su propia eutanasia política. Coloniza o elimina o desacredita a agencias especializadas del Estado encargadas de proveer datos objetivos sobre el presupuesto, el cambio climático, la salud pública y la evaluación de programas gubernamentales.
☐ El líder -un maestro de la ambigüedad y la ofuscación- erosiona la democracia de manera incremental, lo cual le permite ir avanzando sin resistencia más frontal o cohesiva. La subversión gradual de las instituciones permite al Presidente concentrar y acrecentar poder, logrando que la erosión democrática sea difícil de detectar y frenar hasta que ya es demasiado tarde, y el autoritarismo electoral regresó para quedarse.
Si palomeó uno o más, preocúpese.